
El ladrido no es ruido, es lenguaje y está protegido por ley: etólogo
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 4 de febrero de 2025.- Después de un cuarto de siglo en Estados Unidos, construyendo edificios y sueños, Armando Galarza Aranda nunca imaginó que su vida cambiaría en cuestión de minutos. A los 62 años, este potosino fue deportado a su país natal, enfrentando un futuro incierto en una tierra que, aunque suya, se sentía ajena tras tantos años de ausencia.
Armando partió de San Luis Potosí cuando tenía 37 años, buscando oportunidades que en su momento parecían inalcanzables en México. Austin, Texas, se convirtió en su hogar; allá trabajó en la construcción, levantando muros, techos y estructuras que nunca imaginó que un día lo separarían de su vida en aquel país.
Durante más de dos décadas, se convirtió en un experto en su oficio, aprendiendo a soldar, levantar vigas y dominar los secretos de la albañilería. A pesar de los sacrificios, nunca dejó de pensar en su familia en México, a quienes apoyaba desde la distancia con cada sueldo que ganaba.
Pero un operativo migratorio en la obra donde trabajaba cambió todo. Sin documentos que acreditaran su estancia legal, fue detenido y deportado de un día para otro, dejando atrás no solo su empleo, sino amigos, una rutina y un país que, aunque ajeno, había aprendido a llamar hogar.
La nota completa en Quadratín SLP