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MONTERREY, NL., 9 de junio de 2025.- En el corazón de una de las ciudades más industrializadas del país, el río Santa Catarina ha sorprendido a biólogos y ecologistas por su enorme biodiversidad. Con más de 800 especies registradas, este río urbano se ha convertido en un inesperado corredor biológico y refugio de vida silvestre, resistiendo el paso del tiempo, la urbanización y hasta huracanes.
Desde mamíferos como el tlacuache, el murciélago cola suelta mexicano y el castor americano, hasta aves como el águila pescadora, el caracara, las cercetas y garzas, la diversidad que habita a lo largo del cauce del río es amplia. También es hogar de reptiles como la serpiente ciega, la lagartija espinosa de panza azul y la cascabel de agua, además de anfibios como el sapo nebuloso y el sapo de puntos rojos.
Las aves, tanto residentes como migratorias, encuentran en el Santa Catarina uno de sus principales hábitats. Expertos señalan la presencia de especies que viajan desde el norte del continente, como ibis y cormoranes, atraídas por la vegetación y los cuerpos de agua que aún persisten.
La flora del lugar también es notable. Se han identificado especies nativas como el palo dulce, el sumaco y el membrillo cimarrón, además de árboles como el sauce negro y otras plantas ornamentales como amapolas de diferentes colores. Incluso se han avistado sabinos o ahuehuetes, el árbol nacional de México, cuya presencia representa un signo de salud ecológica.
El río fue canalizado en 1951 y desde entonces sufrió invasiones urbanas que incluyeron canchas deportivas, mercados y estacionamientos. Sin embargo, el paso del huracán Alex en 2010 destruyó gran parte de esta infraestructura artificial, permitiendo que la naturaleza comenzara a regenerarse de forma espontánea. Un fenómeno similar ocurrió tras el huracán Gilberto en 1988, aunque fue hasta la última década cuando se consolidó un cambio de conciencia más profundo.
“La gente recordaba al río como un lugar de cemento, no como un ecosistema. Hoy, vemos cómo se ha regenerado un auténtico bosque ribereño, con vida en cada rincón”, comenta uno de los biólogos involucrados en el monitoreo.
A pesar de su vitalidad actual, el río Santa Catarina enfrenta amenazas constantes, como la contaminación, la sobreexplotación del agua y nuevos intentos de urbanización. Ante esto, colectivos ciudadanos, académicos y autoridades han comenzado a trabajar juntos en estrategias de conservación permanente, con el objetivo de que el río no vuelva a ser considerado un espacio disponible para proyectos ajenos al medio ambiente.
“Necesitamos cuidar este pulmón verde los 365 días del año”, subrayó el gobernador del estado.
“Esto significa proteger la flora y fauna, impedir construcciones ilegales y educar a la comunidad sobre el valor ecológico del río”.
El Santa Catarina no es un río muerto ni seco, como se pensó por años. Hoy, es símbolo de resiliencia ecológica y una oportunidad única para redefinir la relación entre la ciudad y su entorno natural.