
Reconoce a 136 policías la Secretaría de Seguridad Pública de Guadalupe
MONTERREY, NL., 15 de junio de 2025.- Desde hace poco más de dos años, el doctor Jesús Almanza, médico familiar, recibió una de las mejores noticias de su vida: se convirtió en papá, no por la vía biológica, sino por adopción… y por partida doble.
El camino hacia la paternidad comenzó tres años antes, con una plática informativa en el DIF Capullos. Lo que siguió fue un proceso largo de reuniones, cuestionarios y trámites, que él mismo describe como un tiempo de aprendizaje y madurez.
“Adoptar no es jugar a la familia, adoptar es brindar un soporte tanto emocional como físico a los niños y lidiar con la herida del abandono, tienes que tener mucha paciencia, fortaleza y herramientas para poder brindar una familia a los niños”, expresa el doctor.
La primera etapa fue el acogimiento. Legalmente, los niños no eran candidatos a la adopción, y para Jesús, fue una de las fases más complicadas, marcada por el miedo.
“El miedo existe y es real, es un duelo que vas a vivir sí o sí porque no existe una garantía, pero en realidad vale la pena porque estás haciendo un cambio en sus vidas”.
Se trata de dos hermanitos, niño y niña, ahora de cinco y cuatro años, quienes, además de adaptarse a una nueva vida, también tuvieron que conocerse como hermanos, ya que nunca convivieron así en la institución.
“Son maravillosos, muy inteligentes, aún tienen la herida del abandono muy marcada, siempre va a existir, pero estamos los cuatro trabajando juntos en terapia”.
El doctor Almanza asegura que la paternidad por adopción es como la había imaginado, incluso mejor, y lanza un mensaje a quienes estén considerando este camino.
“Tenerlos ha sacado una mejor versión de mí, nos ha fortalecido como pareja, soy feliz”.
“Si desean formar una familia sí lo recomiendo, si desean tapar la herida de infertilidad no. Primero tienes que sanar para poder brindarle un espacio en tu corazón”.
¿Cómo saber que estás haciendo la diferencia con estos niños? Le preguntamos expresamente al doctor Almanza y la respuesta fue muy profunda.
“Por la forma en que me miran, me doy cuenta de que ese cariño es genuino. Un dibujo, un pedazo de pan, son parte de esa sinceridad, esa inocencia que es espontánea”, dice con la voz entrecortada.
No todo ha sido fácil. Jesús reconoce que con trabajo diario, el acompañamiento de especialistas y el apoyo de otros padres adoptivos, han logrado avanzar como familia. Poco a poco se han disipado miedos, traumas y patrones del pasado.
Finalmente, comparte el legado que desea dejar a sus hijos:
“Primero que vivan, que sepan que en la vida hay muchas preguntas sin respuesta pero que no significa que no te des la oportunidad de ser feliz. Que sean personas muy felices en todo su esplendor, en lo físico, en lo emocional, en lo espiritual y que si un día quieren volar yo me voy a quedar muy satisfecho con los años que estén con nosotros”.
“Cuando te das cuenta de que ellos son el centro, haces lo posible para que todo sea el centro por ellos”, concluye.