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MONTERREY, NL., 25 de agosto de 2025.- Hace 14 años, Monterrey vivió una de las jornadas más trágicas de su historia moderna. El Casino Royale, ubicado sobre la avenida San Jerónimo, se convirtió en escenario de un atentado que cobró la vida de 52 personas, entre ellas dos mujeres embarazadas, y dejó huellas imborrables en la ciudad y en todo México.
El ataque fue planeado por integrantes del grupo delictivo Los Zetas, quienes irrumpieron en el casino para amedrentar a los dueños por negarse a pagar un cobro de piso de aproximadamente 130 mil pesos. Con gasolina en mano y armas en presencia, los agresores provocaron un incendio que se propagó con rapidez, atrapando a quienes se encontraban en el interior.
Entre el humo y las llamas, algunas personas lograron escapar, mientras otras quedaron atrapadas, luchando por sobrevivir a la asfixia y las quemaduras. Testigos recuerdan la desesperación de aquel día: gritos de ayuda, empujones y carreras por salir del edificio en llamas.
Un sobreviviente narró años después cómo logró salir del casino sosteniendo a su sobrino de cinco años, mientras escuchaba los gritos de otros clientes que no tuvieron la misma suerte.
“Nunca olvidaré ese olor a gasolina y humo, ni los cuerpos que vi en el piso. Es un recuerdo que no se borra”, comentó.
A 14 años de la tragedia, ninguno de los 25 implicados ha recibido sentencia definitiva, y ningún funcionario municipal o estatal ha sido procesado, a pesar de las irregularidades en la supervisión del casino y en la atención a la emergencia. Los familiares de las víctimas siguen exigiendo justicia, recordando que la impunidad también es parte del dolor que permanece.
Cada aniversario del atentado se convierte en un acto de memoria y respeto. Familiares y amigos se reúnen para encender velas y dejar flores en honor a quienes perdieron la vida. Cada historia de supervivencia es un recordatorio de la vulnerabilidad de la ciudad ante la violencia y de la fuerza de quienes lucharon por salir con vida.
El Casino Royale se ha transformado en un símbolo del dolor y de la violencia que azotó a Nuevo León, pero también en un recordatorio de la necesidad de justicia y de memoria histórica.
La magnitud de la tragedia trascendió fronteras, conmocionando a México y al mundo. El atentado al Casino Royale sigue siendo un símbolo de la violencia organizada, un recordatorio de la fragilidad ante el crimen y de la importancia de no olvidar.