Libros de ayer y hoy

Juárez, Morelos. Y el renacer de Acapulco
José María Morelos y Pavón, tomó Acapulco aquel 20 de abril de 1813 y desde entonces es de nosotros. Pasó a llamarse más tarde, Acapulco de Juárez. Ahora, con estas vacaciones, entre 78 por ciento y 93 por ciento, se mostró la ocupación en esa bella bahía. Se habla de alrededor de 300 mil turistas en renuevo. Con cerca de 300 hoteles en funciones. Saber eso, es como celebrar con gran contento, la caída de un niño que se levanta. Porque todos los mexicanos sabemos que Acapulco, que se levanta de grandes desastres, el Otis y John, es nuestro, es de todos los mexicanos. Su historia es tan larga, que los miles de turistas que en este momento invaden la famosa bahía, prefieren recordarla en los frescos chapuzones que olas milenarias les brindan. En ese lejano recuerdo, hay quien la fija por primera vez allá en el 1200 antes de esta era, con la presencia de los olmecas, quizá por puntillosos estudios que han hecho especialistas.
GRANDES HISTORIAS SOBRE UN PEDAZO DE 2.95 POR CIENTO, DE GUERRERO
Las olas no tienen edad y quizá en este momento puedan sorprender desde su largo mar de fondo, pero por lo que se ve en las imágenes, los días están tranquilos y la vieja amenaza de Otis y John parece que quedó atrás. No en balde, puerto de avatares, se llama como Juárez, Acapulco de Juárez, como aquel extraordinario hombre que luchó contra esos avatares, pero dejó formada en nuestro país, México, la templanza que da una ciudad valiente contra los huracanes. Las historias que la exhiben son tantas sobre todo en la época de la colonia y lo que fue sucediendo en su vida como puerto de entrada y las luchas por la defensa insurgente en contra del ya decadente virreinato. Señalan toda la intervención que se fue dando en lo que es considerada una de las bahías más famosas del mundo, para exhibirla como uno de los valores turísticos de nuestro país, con sus solo 62 metros cuadrados y cuando solo representa el 2.95 del territorio de Guerrero.
EL 20 DE ABRIL DE 1813, MORELOS SIGNÓ LA HISTORIA, CON LA TOMA DE ACAPULCO
Dicen que Miguel Hidalgo le había dado la orden en su momento -el fue asesinado el 30 de julio de 1811- a José María Morelos y Pavón, de que tomara Acapulco para acceder al Fuerte de San Diego, importante fortaleza para el comercio y las comunicaciones. Y su toma cerraba la puerta al virreinato y se la abría a los insurgentes, ante el exterior. La historia señala con gran importancia la fecha del 20 de abril porque en ella, la insurgencia se apoderó de la principal bahía del país, que en tiempos posteriores pasó por varios escarceos hasta llegar a este momento cuando otro abril celebra que el mar azul de Guerrero se vuelque jubiloso sobre una gran asistencia. El nombre de Acapulco significa caña o carrizo porque se deriva del término acatl, que significa como este último término, ( el escudo de la ciudad es sobre dos manos que pelan caña) pero otros lanzan frases más significativas, a veces poéticas como: “Donde las cañas fueron destruidas o arrastradas”, “La de los juncos grandes”, “Lugar de cañas grandes”, y otras definiciones que dan las enciclopedias, pero el glifo citadino es el que mas se acerca. Como puerto famoso en el mundo ha inspirado libros de todo tipo, poemas, canciones. Recordaré uno de los versos que Raphael cantaba en aquella película de 1968, Golfo, y que lo define:
Todo me habla de amor,
el aire, la roca, la flor.
En Acapulco.
Todo me habla de amor
el mar, las estrellas, el sol.
En Acapulco.