Las mamás también son heroínas

MONTERREY, NL., 10 de mayo de 2025.- La tenacidad, la fortaleza y la resiliencia son solo algunas palabras que pueden describir a María de Jesús Medina, mamá de un pequeño que tiene síndrome de Apert.
Durante los primeros meses del embarazo, María de Jesús contó que los ultrasonidos no indicaban que su bebé presentara el mencionado síndrome.
“Ya como en el quinto mes ya me dijeron que se veía la cabeza más grande, que me iban a hacer ultrasonido cada semana para ver su evolución”, explicó. Ello para descartar variados diagnósticos, por ejemplo, hidrocefalia.
Sin embargo, pese a que al sexto mes los médicos especialistas le hablaron de la posibilidad de que su niño contara con un síndrome, no le especificaron que se tratara del síndrome de Apert. Por ello, le recomendaron realizarse un ultrasonido estructural que, ella mencionó, fue más que nada para ver qué seguía y estar preparada.
“Ahí sí salieron sus manitas, cómo las tenía, y todas las características del síndrome. Fue ya donde la doctora me canalizó con el especialista en Aguascalientes”, dijo María de Jesús.
Al mismo tiempo detalló que durante su embarazo se sintió tranquila, pues poseía la certeza de que haría por su hijo lo mejor.
“El embarazo fue tranquilo porque yo creía en mí, como ya estaba preparada, que iba a hacer lo mejor posible para él y que no iba a tener complicaciones, o sea, para mí en el embarazo no lo veía ni difícil, ni complicado, ni nada”, afirmó.
No obstante, indicó que temió al inicio pues, específicamente en el síndrome de Apert, la variabilidad de los síntomas es distinta en cada paciente. En ese sentido, recordó que durante los primeros días del nacimiento de su bebé, encontrándose internada, se sentía asustada.
“Fueron muy pesados los primeros meses porque eran tres o cuatro citas por semana en Aguascalientes. Sí fue un poquito pesado, pero en parte mi trabajo se prestó para poder tener la solvencia económica por un lado y por otro lado también los tiempos”, compartió aún recordando el momento vivido.
María de Jesús tiene una doble vida; además de ser una mamá dispuesta a todo por su hijo, también se desenvuelve como maestra de preescolar. Afortunadamente, relató que sus directoras le brindaron su apoyo para que así, lo que su pequeño requiriera, lo tuviera. De tal modo, el niño acudió a terapias para que aprendiera a hablar, a caminar y a gatear, aunado a las cirugías de sus manos en las cuales le separaron el dedo pulgar y el meñique.
“En esta edad, tiene 12 años, yo sí le dejo a su consideración ‘¿quieres continuar con la cirugía?’ porque ahorita la tecnología ya nos rebasa y ya es posible seguirse operando los dedos de sus manos”, sin embargo, su pequeño se siente seguro de no necesitarlas.

Si bien, reiteró que especialmente los primeros cinco años le absorbieron más tiempo, requirió hacer sacrificios y hubo una elevada inversión económica, ahora se siente orgullosa de ver los frutos de todo ello en su hijo, quien actualmente cursa la secundaria.
“El desgaste más que nada es económico, sí es un poquito complicado porque ‘ahora te toca el ortopedista, ahora te toca el oculista, ahora te toca el dentista’ y a ver qué requiere para un mejor desarrollo”.
Ante ello, María de Jesús comentó que para que un hijo esté bien, para que su progreso sea siempre hacia adelante y, sobre todo, para que las madres puedan ser aquel hombro en el cual apoyarse, las mamás primero necesitan estar bien.
“Yo siento que lo más, más importante, es una como mamá estar bien porque sí carga uno con muchas culpas”, ya que hubo un momento de crisis en su vida donde se sentía culpable cuando veía a su pequeño someterse a cirugías, pero ahora comprende que él es único, que es todo para ella y que no ve una vida sin él.