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MONTERREY, NL., 11 de junio de 2025.- Los papás suelen pasar por alto conductas violentas, indicó la psicoterapeuta con enfoque conductual y contextual, Lizeth González.
“Ejercer violencia no es solo pegarles o lastimarlos; ejercer violencia puede ser como meterle un manotazo para que no toque algo, ejercer violencia es decirle que está ‘tonto’, ejercer violencia es aplicarle la ley del hielo o ignorarlo como una forma de castigo social”, explicó la especialista.
La violencia de un padre hacia un hijo cuando éste es pequeño, señaló, influirá en el modo en el que él percibirá al mundo cuando sea adulto, pues impactará en su autoestima, en la confianza en sí mismo e, incluso, en las expectativas que tiene en su pareja.
“Hay personas que están en patrones de dependencia emocional por el tipo de cariño que aprendieron del que sus papás se tenían. Entonces, si sus papás normalizaban la violencia en la pareja, las personas lo tienden a normalizar ya cuando tienen su propia pareja”, expresó González.
Sin embargo, no es una condena el que “mis papás fueron violentos, entonces yo tengo que ser violento también”, dado que la especialista detalló que las personas pueden desarrollar nuevos recursos partiendo de resignificar lo aprendido creando, así, vínculos sanos en la adultez.
“Por eso hablamos de resiliencia; de crecer en un ambiente hostil, pero yo no repito el patrón incluso aunque la infancia fuera muy difícil”.