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MONTERREY, NL., 20 de junio de 2025.- Tener una mascota implica una gran responsabilidad, no solo por su cuidado, sino también por el respeto a sus derechos. Lo que muchos desconocen es que los animales también están protegidos por la ley y cuentan con derechos reconocidos.
El médico veterinario zootecnista y etólogo, Mario Martínez, recordó que el artículo cuarto de la Constitución Mexicana prohíbe el maltrato animal, y subrayó que el ladrido es una forma natural de comunicación de los perros.
Esto cobra relevancia tras una reciente propuesta en el Cabildo de Monterrey de sancionar a los dueños de perros que ladran en exceso. Para el especialista, esta medida ignora un aspecto fundamental: el ladrido es una forma natural de comunicación en los caninos.
“Por la misma razón que una persona habla, es su forma de comunicarse. Pensar en eliminar el ladrido de un perro es absurdo”, explica el etólogo.
Martínez señala que los perros se comunican a través de vocalizaciones, señales olfativas y lenguaje corporal, como la posición de la cola, las orejas o su postura. Un ladrido constante puede tener múltiples causas y no debería interpretarse únicamente como una molestia.
Entre los motivos más comunes del ladrido excesivo están:
Ante este tipo de comportamientos, el primer paso debe ser identificar la causa. Si el problema es de salud, es fundamental acudir con un veterinario.
Martínez recuerda que los animales tienen derecho a un entorno que garantice su bienestar, el cual se resume en cinco libertades fundamentales:
“Pretender callar a los animales porque a ti te molesta que el perro esté ladrando es violentar sus derechos”, señala el especialista.
En ese sentido, agrega que si los ladridos constantes —por ejemplo, durante una hora sin interrupción— responden a una vulneración de estas libertades, entonces el problema de fondo sería un posible caso de maltrato, y no el ruido en sí.
Martínez reconoce que no existe en México una legislación que establezca límites claros sobre el tiempo o volumen del ladrido.
“No es lo mismo que ladre un chihuahua a que te ladre un rottweiler”, comenta, lo que deja un vacío legal que dificulta una regulación justa.
Lo más importante, insiste, es entender que un ladrido persistente es un mensaje:
“Cualquier cambio en el comportamiento nos está alertando de que hay algo que al perrito le está molestando”, finalizó.